Hace un mes tuve el privilegio de conocer a Juan, un hombre excepcional que ha enfrentado innumerables desafíos a lo largo de su vida. A sus 68 años, Juan llegó al servicio de oftalmología del Hospital Alemán en una camilla, acompañado por dos enfermeros. Su esposa nos reveló que Juan sufre de un Síndrome de Parkinson atípico con déficit multisistémico, una condición que ha complicado su existencia durante mucho tiempo.
No pretendo entrar en detalles sobre todas las cirugías y padecimientos a los que Juan ha sido sometido en esta etapa avanzada de su enfermedad, pero basta decir que su situación es realmente difícil. Juan no puede hablar y depende de un tubo de traqueostomía para respirar. Además, ha perdido por completo la movilidad de sus extremidades. A pesar de todas estas adversidades, Juan se comunica con gestos faciales y un pequeño movimiento de su mano izquierda.
Juan, a pesar de sus desafíos, tiene un deseo ardiente: quiere mejorar su visión. Las cataratas que padece son densas y afectan su capacidad para ver con claridad. No le importan los posibles riesgos que conlleva la cirugía, ni siquiera el hecho de que no pueda someterse a una anestesia general debido al temblor causado por su enfermedad. Juan está dispuesto a asumir cualquier riesgo para tener una oportunidad de mejorar su visión.
Ayer, Juan fue sometido a la cirugía y hoy tuvimos la oportunidad de controlar su progreso. Mientras esperábamos a que parpadeara como señal de que podía ver las letras, Juan tenía un plan diferente. Con gran determinación, arrastró su mano marcando cada letra en una tabla que sosteníamos en su regazo. A medida que avanzábamos y ya no había letras más pequeñas para mostrarle en nuestro proyector, Juan me miró fijamente y sus ojos se llenaron de lágrimas.
En ese momento, sentí una mezcla de emoción y gratitud hacia Juan. Él personifica la fuerza interior que trasciende las dificultades. Juan nos enseña que la grandeza no se mide en metros, sino en la voluntad y la esperanza que nacen desde lo más profundo de nuestro ser.
Agradezco de todo corazón a Juan por recordarme la insignificancia de nuestras preocupaciones cotidianas y por inspirarme a ser una persona mejor. Es un honor para mí compartir esta foto con un hombre al que admiro y respeto profundamente. Juan, eres un verdadero ejemplo de valentía y esperanza.